PRIMAVERA
Los colores marrones predominaban en un cien por cien en la imagen que llegaba a sus tiernos ojos. Si algo destacaba por encima de todo, eso era el rugido huracanado del viento dominando las calles vacías, llenándolas con una ronquera fuerte y áspera propia de un anciano furioso y aún lleno de fuerza. Esas calles de arena y barro en las que solo se encontraban en ese momento de aspereza meteorológica las pocas casas de madera que las formaban. El sol de un color anaranjado profundo comenzaba a nacer en el horizonte.
Por un momento parpadeo repetidas veces a causa de la arena que levantaba el viento. Al girar la cabeza observo al anciano que dormía plácidamente sobre la silla que estaba a su espalda. El silencio habría dominado el porche si esa mañana el viento no hubiese alargado su concierto.
Echó su cuerpecito hacia delante y valiéndose de rodillas, pies y manos, comenzó la que sería su primera exploración. Calló desde la tarima de madera que hacía de base de la casa al suelo firme de arena. Avanzó lentamente por la calle sin dudar un segundo y se detuvo al llegar al centro de esta. Allí levanto la cabecita y miro al sol. Le observaba como si fuese conocido, familiar. En ese preciso momento el viento dejo de soplar y la sonrisa de un niño ilumino la mañana.Los primeros destellos de calor que traía ese año iluminaron la tierra y un manto de color nació de la nada. La vida estaba de vuelta.
VERANO
La inercia mantenía sus cabellos tirando hacia atrás debido a la gran velocidad con la que se movía por esa extensa jungla. Jungla inmensa y frondosa, en la que ningún rincón se escapaba del color verde de la vida, dotando al lugar de una luz y esplendor que hacia hervir la sangre. Se precipitaba como un relámpago entre los inmensos y fuertes arboles, esquivaba todos los obstáculos como si se tratase de un juego. Su poder físico era enorme, su fuerza, su vigor.
Paró en seco, levanto la cabeza y escuchó, miro a un lado y al otro. Las gotas se amontonaban sobre su piel mezcla de sudor y humedad selvática. Arrancó de nuevo como si de una explosión se tratase, y se precipito hacia un gran acantilado. Sabía lo que iba a hacer y no había un ápice de duda en su ser. Un jaguar lo observaba ensimismado, mientras en un abrir y cerrar de ojos atravesó la distancia que había entre él y ese inmenso accidente geográfico, y cuando este accidente llego a su fin, él siguió corriendo.
Allí estaba ella. La diviso desde antes de salir del agua. La tranquilidad dominaba aquella inmensa llanura. El viento suave peinaba aquella inmensa alfombra de hierba perfecta. Ella miraba hacía el horizonte hasta que sintió su presencia en el viento. Giró la cabeza tranquilamente, con una sonrisa dibujada. Él se acerco, la agarro suavemente de la cintura. Ella apoyo sus manos sobre los hombros de él. Sonrieron de nuevo ambos y se besaron.
OTOÑO
El crepitar del fuego de aquella hoguera era lo único que se oía en aquella tranquila noche de octubre. Sentado en el tronco de un árbol su hijo lo observaba. En su vida, la sonrisa había sido una constante, pero esa noche en aquel mismo instante, la sonrisa torno a un gesto serio pero tranquilo. Era un hombre con una presencia absoluta, transmitía tantas cosas que daba respeto. Tenía el carisma propio de los mejores, de alguien que sin duda era y había sido capaz de cualquier cosa, de cualquier hazaña, de solucionar todos los problemas y situaciones.
Se aproximó a su hijo y se sentó junto a él en la hoguera. Se miraron a los ojos. Nunca había sido un hombre de muchas palabras, pero esa noche habló.
Hijo mío – habló –ha llegado la hora de que te desvele los secretos que harán que tu vida sea mejor. Ante todo se siempre positivo y ten seguridad en ti mismo, conoce tus fuertes y tus limitaciones, pero siempre para conocerte a ti mismo, que estas no sean las que marquen tu destino. Pase lo que pase, piensen lo que piensen los demás, aunque nunca nadie antes haya podido, si tú quieres hacer algo ves a por ello con todas tus ganas. Yo soy de los que piensa, que si tú deseas algo con todo tu corazón, esto irá hacia ti irremediablemente. Nunca te rindas ante nada, ni ante la vida misma, el mundo puede ser un lugar muy duro, puedes sentir mucho dolor, pero si tú tienes coraje podrás resistir todo lo que venga, es algo que diferencia a los mejores hombres. Escucha bien lo que te digo, nunca dejes de avanzar, nunca. Podrás ir más despacio dependiendo de la situación, pero nunca te pares, ni mires hacia atrás, porque tu objetivo debe ser cada paso nuevo que avances. Y lo más importante de todo, siempre una sonrisa arriba, lo positivo atrae a lo positivo. Haz que los demás se pregunten ¿porque estás siempre tan contento?, ¿qué es lo que te diferencia a ti de ellos?, ¿por qué pareces mejor que ellos? Hijo, la vida es más dura que nadie y que nada, nadie la puede vencer, pero la cuestión no es encontrar una fórmula mágica para vencerla, sino levantarte bien erguido y mirarla de tú a tú a los ojos haciendo la ver que no tienes miedo.
INVIERNO
Hacía días que no dejaba de nevar. La ventisca difuminaba el paisaje por completo y el frío glacial no permitía apenas la vida alrededor de aquel alejado paraje.
Después de una larga e intensa vida, uno se siente cansado física y mentalmente, pero una pequeña parte de nuestra alma nunca olvida quienes somos. Si somos aventureros, si somos intrépidos, si somos heroicos, atrevidos, el espíritu no entiende de edad y aunque el cuerpo y la mente cansadas la mayoría de las ocasiones nos hagan olvidar, eso siempre estará ahí guardado en un cajón interior de nuestro interior esperando salir.
Aquella tarde un chico no regreso de la montaña. Algo había pasado, pero el temporal no entendía de problemas, del bien o del mal, del daño que causaba. Los hombres de la aldea salieron en su busca, pero el frío aterraba a sus corazones cobardes. Muchos desistieron en la búsqueda y los que no fueron derrotados por la naturaleza teniendo que dar marcha atrás.
Él, un guerrero de la vida, un hombre que no había conocido la derrota, alguien al que la palabra imposible no le decía nada, se sentía confuso y algo impotente. Su mente era mejor que nunca, igual de vigorosa que siempre, con el conocimiento de toda una vida. Pero su cuerpo, tenía mucho que envidiar al de su juventud. Aunque para su edad era un hombre bastante fuerte, no podía engañar a nadie, se había convertido en un anciano, y ahora en momento de necesidad se daba cuenta de una realidad desbordante.
Se quedo mirando al vació pensativo y una sonrisa sorprendente se dibujo en su rostro repentinamente. Nunca dejes de avanzar -se dijo. Mírala de tú a tú a los ojos –habló su espíritu. Nunca me rendido ante nada y no lo haré ahora que comienza el último asalto –habló en voz muy baja.
Se abrochó un chaquetón hasta el cuello, cogió una bolsa de cuero en la que guardaba todo tipo de útiles necesarios para sobrevivir y mientras se la echaba al hombro abrió la puerta de la calle y salió.
LA QUINTA ESTACIÓN
El sol nace en la montaña jugando con los colores. El suelo del mundo amanece blanco imponente, blanco helado por la inmensidad de la nieve. El cielo infinito y azul domina el amanecer intentando expulsar las últimas nubes que hicieron la guerra en la noche. Y tras la montaña más alta, tras el pico que domina la tierra, aparece el dios de la vida. Un nuevo sol da la apertura a un nuevo ciclo.
Un chico destaca en la inmensidad blanca al ser observado por una gran águila desde las cumbres del cielo. Sereno sentado sobre la llanura helada mira al horizonte mientras una lágrima se congela en su mejilla. Repasa a fondo dentro de su mente lo sucedido. Nunca olvidara al hombre que entrego la vida para salvar la suya.
Los hombres son asombrados ante la narración de una gesta. Alaban al hombre que les enseño que es el valor y el coraje. Relatos sobre este día serán contados por muchos años por los nietos de los hombres que pudieron presenciarlo.
En algún lugar de la inmensa tierra, un hombre se desliza por la verde jungla en busca de aventura, en busca de la vida, tratando de poner en práctica cada uno de los conocimientos que le dejo su padre. Un jaguar lo observa tranquilo desde un rincón apartado.
La vida es una aventura y no trata de cuanto vives, sino de cómo lo vives. Solo los que consigan vivir con dignidad, con honor, con el valor suficiente de mirarla fijamente a los ojos, serán recordados por mucho tiempo, dando paso a lo que podríamos llamar la quinta estación.
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